LOS MITOS DE LA INFIDELIDAD

Hay muchos mitos sobre la infidelidad. Es cierto que se trata de un hecho grave, que en muchas parejas supone un punto de inflexión. Sin embargo, la cultura se ha encargado también de alimentar falsas convicciones al respecto. Le ha dado a la infidelidad una importancia radical, que muchas veces no merece.

Es cierto que una infidelidad causa grandes heridas. La pareja nunca vuelve a ser la misma después de un episodio así. Esto no quiere decir que se trate de una hecatombe sin solución, que deba originar traumas y tragedias personales.

Muchos de los mitos sobre la infidelidad nacen y se mantienen porque quienes los admiten o los pregonan parten de un concepto idealizado del amor y de la pareja. Pensemos que en lo humano, nada es perfecto y mucho menos un sentimiento. Todos somos imperfectos y estamos sujetos a cometer errores, a no ser consecuentes. Lo importante es saber valorar esos errores y retomar el rumbo adecuado a tiempo.

1. Ya no hay amor, uno de los mitos sobre la infidelidad
Uno de los mitos sobre la infidelidad dice que esta solo tiene lugar cuando se acaba el amor por la pareja. Esto no es cierto. En este caso, como en todos los demás, no se puede partir de un prejuicio para tratar de entender lo sucedido. Es necesario valorar la situación con cuidado e interpretarla serenamente, sobre todo si queremos salvar la pareja.

Las circunstancias y cómo se produce la infidelidad dicen mucho de ella. Pudo ser algo accidental e intrascendente. También pudo ser una señal de que hay un conflicto no resuelto en la pareja o de que es momento de hacer un cambio. No necesariamente de que ya no hay interés por la pareja.

Lo nocivo de estos mitos sobre la infidelidad es que a veces generan sufrimiento innecesario. A nadie, por supuesto, le agrada que su pareja le sea infiel. Sin embargo, antes de experimentar una tormenta interna, lo importante es entender lo ocurrido.

2. No hay satisfacción sexual en la pareja
Cuando se produce una infidelidad, también es habitual que la autoconfianza de la persona que la sufre sea golpeada. Al lado de la rabia y la impotencia que produce algo que ya no se puede cambiar, también se incuba una semilla de duda acerca de la propia valía y del propio desempeño en la pareja. “¿Seré yo, que no soy suficiente?”

Uno de los mitos sobre la infidelidad dice que solo se busca una nueva pareja cuando no hay satisfacción sexual con la pareja actual. Esto puede ser cierto, pero la mayoría de las veces no lo es. El grueso de las infidelidades son, sobre todo, circunstanciales. Es decir, que no comprometen los aspectos de fondo de la pareja.

Es posible que alguien busque novedad o simplemente que se sienta halagado por interesarle a otra persona y quiera recrearse en esa sensación, reforzándola. También es posible que se deje llevar por el deseo de querer probarse como seductor o seductora. Al mismo tiempo, no tienen duda de que aman y desean a su pareja. Simplemente es un tema de inmadurez y de egoísmo, que a veces no se sopesa a tiempo.

3. Jamás se debe perdonar
Otro de los mitos sobre la infidelidad dice que esta jamás se debe perdonar, bajo ninguna circunstancia. Hacerlo sería perder el respeto en la pareja y solo conduciría a una reiteración de esta conducta, miles de veces. Esto tampoco es cierto, o por lo menos no lo es para muchas de las parejas.

Una infidelidad no debe tomarse como si el otro se hubiera lavado los dientes simplemente. Pero tampoco se debe elevar a la categoría de tragedia griega sin solución. Lo que debe hacerse es valorar las circunstancias en las que se produjo y, muy especialmente, la calidad de la relación que se sostiene con la pareja.

Algo es cierto: una infidelidad va a tener el peso que nosotros le demos y las consecuencias van a depender de muchas variables, incluida la gestión personal que hagamos de esa infidelidad. Puede ser un hecho que reclame atención, reflexión y diálogo, causando heridas profundas que tarden en cicatrizar. Lo importante es que nosotros vamos a tener mucho que ver en esa duración y en la constitución de la nueva piel.

Lo verdaderamente relevante en una pareja es el sentimiento que la une y la calidad del vínculo. Hasta en las parejas más felices puede haber momentos de crisis. Los seres humanos somos ambiguos y contradictorios. Solo si comprendemos y aceptamos esto, podemos entender que la realidad no se presenta en blanco y negro. Y que los mitos sobre la infidelidad deben ser derribados.

 

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